Muchas veces me he preguntado si sería necesario desarrollar estrategias para trabajar el consumo sostenible en la escuela. Pero ya por propia definición, se mantiene intrínseco el propio carácter social de todo lo que le rodea, confirmándose de forma muy contundente esta coyuntura. De hecho Nick Robins y Sarah Roberts, del Instituto Internacional de Desarrollo y Medio Ambiente (1998), comentan que el consumo sostenible reúne una serie de prácticas sociales, económicas y políticas que pertenecen a los ámbitos individual, familiar, comunitario, empresarial y gubernamental, las cuales apoyan y estimulan:
– La reducción de la carga ambiental directa que surge de la producción, el uso de bienes y servicios, y la consecuente emisión de residuos.
– La satisfacción de las necesidades básicas por el consumo de bienes y servicios esenciales, como alimentos, agua, salud, educación y vivienda.
– La maximización de las oportunidades para subsistir sosteniblemente en el Sur.
– El consumo de bienes y servicios que contribuyen positivamente a la salud y al bienestar de mujeres y niños.
– El aumento del desarrollo y la adopción de aparatos, transporte público y otras medidas que ahorren energía y agua.
– La producción y venta de nuevos bienes y servicios adaptados a las restricciones ambientales globales.
– Estilos de vida que valoren más la cohesión social, las tradiciones locales y los valores no materiales.
Estas ideas si las comparamos con algunos de los fines de la educación primaria especificados en la LOE en el TÍTULO PRELIMINAR, CAPÍTULO I. Principios y fines de la educación. Artículo 2. Fines, sacamos las siguientes ideas.
“…1. El sistema educativo español se orientará a la consecución de los siguientes fines:
e) La formación para la paz, el respeto a los derechos humanos, la vida en común, la cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos así como la adquisición de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y el medio ambiente, en particular al valor de los espacios forestales y el desarrollo sostenible.
h) La adquisición de hábitos intelectuales y técnicas de trabajo, de conocimientos científicos, técnicos, humanísticos, históricos y artísticos, así como el desarrollo de hábitos saludables, el ejercicio físico y el deporte.
k) La preparación para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación activa en la vida económica, social y cultural, con actitud crítica y responsable y con capacidad de adaptación a las situaciones cambiantes de la sociedad del conocimiento.”
Analizando estos dos grandes conceptos, nos queda claro que la Educación y el Consumo Sostenible deben de ir de la mano, y complementarse, ya que como dice en el preámbulo de la LOE: “…fomentar el aprendizaje a lo largo de toda la vida implica, ante todo, proporcionar a los jóvenes una educación completa, que abarque los conocimientos y las competencias básicas que resultan necesarias en la sociedad actual, que les permita desarrollar los valores que sustentan la práctica de la ciudadanía democrática, la vida en común y la cohesión social…”